3 Ámbitos de la Neuroestética

A finales de siglo XIX nació una nueva ciencia llamada sicología que se dedicó a estudiar los comportamientos humanos desde lo que sucede en la mente. También desde finales de siglo XIX se ha retomado un tema de bastante discusión desde los inicios de la filosofía griega: la experiencia estética. Ésta fue tema de discusión por siglos... Y fue también, a finales de siglo XIX que el sicólogo Henri-Marie Beyle dió un giro distinto a la experiencia en sus descripciones:

“Ayer, descendiendo el Apenino para llegar a Florencia, mi corazón latía con fuerza. ¡Ahí vivieron Dante, Miguel Ángel, Leonardo da Vinci! Los recuerdos se me agolpaban en el corazón, me hallaba incapaz de razonar, y me entregaba a la locura como se entrega uno a la mujer que ama. Pude caminar sin guía. Mi emoción era tan profunda que rozaba incluso la piedad. Las Sibilas de Volterrano me otorgaron quizá el placer más intenso que me haya dado nunca la pintura. Estaba ya en una suerte de éxtasis ante la idea de estar en Florencia y por la cercanía de los grandes hombres cuyas tumbas acababa de ver. Saliendo de Santa Croce, me latía con fuerza el corazón (…) la vida se había agotado en mí y caminaba temeroso de caerme. Me senté en uno de los bancos de la plaza de Santa Croce, releí con delicia estos versos de Foscolo que llevaba en mi cartera; no les veía ni un defecto, necesitaba la voz de un amigo compartiendo mi emoción.”

Desde entonces se le conoce a esta experiencia como el síndrome de Stendhal (Beyle, 2011). Pero, ¿será eso todo lo que hay que decir al respecto? Resulta que la descripción de Stendahl denota que la experiencia estética afecta emocionalmente a las personas de una forma tan especial que necesita ser compartida en palabras, aún cuándo las palabras se queden cortas. Esta forma emocional está vinculada a la belleza. Entonces la belleza, no es cualidad que poseen los objetos… la belleza es una emoción y surge en respuesta a. Si es una emoción, entonces podemos estudiarla desde las técnicas de rastreo que existen con la tecnología actual.

Así es como un pequeño grupo de estudiosos ha tomado esta experiencia como objeto de estudio en las ciencia. Es en 2003, cuando Semir Zeki acuña el término neuroestética al identificar ciertos mecanismos neurales, especialmente los de la visión, que afectan la manera de ver y sentir en respuesta a las artes. A las artes se le han sumado las nuevas tecnologías, los aromas, la gastronomía y demás, multiplicando así las preguntas que podemos hacer. Hasta el presente las técnicas de imagen que captan en vivo lo que sucede en el cerebro se han desarrollado bastante y permiten tener un mejor panorama para ofrecer respuestas. En sus apenas 30 años de historia la neuroestética ya tiene distintos campos de estudio.

Diagrama elaborado por Pierce y otros (2016) para mostrar los ámbitos de estudio de la neuroestética y las relaciones entre los tres.

Pierce y otros (2016) explican 3 ámbitos de investigación en la neuroestética:

La neurociencia cognitiva de la estética: es la búsqueda científica para entender el proceso neurocognitivo y fundamentos evolutivos de la experiencia estética de una amplia gama de objetos, incluidos, aunque no limitado a electrodomésticos y otros objetos comunes, además de obras de arte.
La neurociencia cognitiva del arte: los investigadores apuntan a entender el proceso neurocognitivo y los mecanismos evolutivos por los cuales los humanos son capaces involucrarse con el arte en muchos niveles diferentes, además del nivel puramente estético.
La neurociencia cognitiva de la belleza: el foco de neuroestética ha sido sesgado hacia la comprensión los correlatos neuronales de la apreciación de la belleza en el arte. Algunos los estudiosos han sugerido que se basa biológicamente (Zaidel, 2010): estados psicológicos diversos (p. Ej., Placer y emociones tales como asombro, asombro y experiencia del sublime pero también repugnancia, odio y experiencia de lo grotesco).

He escuchado comentarios que por desconocimiento miran con rechazo este nuevo campo, incluso argumentan en su contra, como dirían por ahí, ven el vaso medio vacío.

Yo veo el vaso medio lleno.

Lo que llena el vaso es lo que sabemos acerca de cómo se enseñan las artes. Lo que falta por es lo que podemos aprender de esta nueva ciencia y lo que podemos crear con este conocimiento. Me parece que en los albores del siglo XXI tenemos un mejor panorama de cómo se perciben las artes, cómo se tiene una experiencia con el arte y cómo esta información de base científica provee un nuevo marco referencial distinto al uso de los elementos del arte y principios del diseño utilizado en los últimos 115 años. Es un punto de partida fresco para mejorar la enseñanza de las artes desde las formas en que el cerebro procesa la información y la convierte en significado.

Grisselle Soto Vélez es Directora del Departamento de Educación del Arte y profesora de Educación del Arte en la Escuela de Artes Plásticas y Diseño, artista y consultora educativa. Fue directora del Programa de Bellas Artes del Departamento de Educación en Puerto Rico haciendo una gran obra de desarrollo profesional y curricular. Ha sido directora de proyectos y consultora educativa integrando las artes a distintos ámbitos académicos y comunitarios. Graduada de la Universidad Nacional Autónoma de México. Puedes visitar y compartir su blog en Neuroestetika.com.

Referencias

Beyle, H-M. (2011). El Síndrome del viajero: Diario de Florencia. Madrid: Gadir.

Pearce, M. T., Zaidel, D. W., Vartanian, O., Skov, M., Leder , H., Chartegee A., Nadal, M., (2016). Neuroaesthetics: The Cognitive Neuroscience of Aesthetic Experience, Perspectives on Psychological Science, Vol. 11(2) 265–279 DOI: 10.1177/1745691615621274

Zaidel, D. W. (2010). Art and brain: Insights from neuropsychology, biology and evolution. Journal of Anatomy, 216, 177–183.